Ya estamos en el 4º Domingo de Cuaresma.
La Parábola del hijo pródigo. La clave está en la 2ª Lectura 2 Cor 5,17-21): «.. El que es de Cristo es una creatura nueva… Dios nos reconcilió por medio de Cristo.
Tres personajes: El Padre, todo misericordia y amor; el hijo menor (el pródigo) piensa que la felicidad está fuera de casa, del trabajo diario, del padre, del hermano; el hermano mayor, envidia, rechaza al hermano, reprocha al padre.
El pecado aleja de Dios, aleja a unos de otros, lleva el engaño de que se está mejor saliendo de la propia historia. Pero, al final, el amor del padre lo arregla todo. Esí sí que es posible, es necesaria, la fiesta.
La Eucaristía ha de ser la fiesta que celebra la reconciliación de los hijos.
No dejemos de orar por el resultado del Cónclave en Roma.