Este es el Cordero de Dios.
Lo escuchamos en cada Eucaristía, lo repite el sacerdote antes de la comunión. Quizá por eso nos hemos acostumbrado y no nos asusta la grandeza de este Misterio.
Es que nos acostumbramos muy pronto al Misterio. Como que tuviéramos derecho a ello.
Para los judíos del tiempo de Jesús, estas palabras marcaron un antes y un después. Algunos creyeron, y para ellos terminó la espera del Mesías. Otros, no. El mundo no le conoció a Él.
Quizá nosotros, desde la infancia, tenemos la suerte de escuchar esas palabras, si no cada día, sí cada domingo. Y ya no nos provocan nada más que rutina…
Me dan envidia las personas que abren la Biblia, escuchan las lecturas de la Misa y no piensan: eso me lo sé yo o eso me suena.
Ojalá en este nuevo año podamos escuchar la Palabra, como si fuera la primera vez. Para poder estar cerca de Él, y sintiendo su apoyo, ir por la vida, libres de toda perturbación, mientras esperamos su segunda venida.
FELIZ DÍA A TODOS
y felicidades a los que celebráis vuestra onomástica: nombre de Jesús