Hoy celebra la Iglesia el Corazón de Jesús, su humanidad latiendo al ritmo de Dios. Sin desajustes. Sin arritmias. Puro compás. Eso que a nosotros, también humanos, nos resulta a veces tan costoso (latir al ritmo de Dios y no de otras cosas), es lo que ya Jesús ha realizado en su carne, para que nadie pueda decir: “¡es imposible!”. Puedes decir: “no sé si puedo, no sé si quiero…”, pero no podrás decir que es imposible. La plenitud que Él fue gestando día a día (no mágicamente) es la que se ha arraigado en nuestro propio corazón como fuerte raíz o fiel cimento. ¡No es imposible amar como Él, crecer como Él, tener sus mismos sentimientos y su sensibilidad!
Feliz día a todos…
pidamos por la santificación de los sacerdotes….