No es cuestión de perdonar porque esté mandado.
Ni para conseguir que luego me perdonen…
Es cuestión de perdonar por amor. Y, como siempre, llegar a ello es tarea de toda la vida. Pero “de toda la vida” no significa que haya que conformarse con lo que somos ahora porque “ya iremos mejorando”; no es cuestión de vivir tranquilos pensando que “ya llegará el momento”.
De toda la vida significa también desde el comienzo de la vida; es decir, que el mandato es que perdonemos ya desde ahora, desde hoy mismo, a todos y para siempre.
Por supuesto, sólo lo conseguiremos contando con la ayuda de Dios.
Feliz día a todos…