Fray María Rafael, en «Saber esperar», escribe dentro los muros del monasterio: «Sigue esperando …, sigue esperando con esa dulce serenidad que da la esperanza cierta …, sigue quieto, clavado, prisionero de tu Dios a los pies de su Sagrario. Escucha el lejano alboroto que hacen los hombres al gozar breves días de libertad por el mundo; escucha de lejos sus voces, sus risas, sus llantos, sus guerras … Escucha y medita un momento; medita en un Dios infinito …, en el Dios que hizo la tierra y los hombres, el dueño absoluto de cielos y tierras, ríos y mares; el que en un instante, con sólo quererlo, con sólo pensarlo, creó la nada y todo cuanto existe». (Pensamiento 519)
Saber esperar, tomar el ritmo de Dios, hacer menos y con más profundidad, tener experiencia del amor primero, sentirse habitado por el Espíritu. Saberse piedra sobre la que edifique Jesús su iglesia cuando no se busca alabanza-grandeza-poder.
Estar en el camino, quizá un camino secundario, a las afueras, pero es tu camino. Reconocerse llamado para ser algo pequeño porque da miedo lo alto, lo de primera fila.
Abrazar el propio camino y sus árboles con el frescor del viento del Espíritu, camino fácil cuesta abajo.
Adorar al dueño del camino, Dios, disfrutarlo y hacerlo disfrutar.
Feliz día a todos