Hay una cosa clara, Judas no quiso ver la luz, no se dejó tocar por Dios, no confió en la capacidad de perdón que manifestó Jesús a lo largo de su vida. No fue capaz de descubrir en Jesús un camino de felicidad, de esa felicidad que se apoya en la fidelidad al proyecto de Dios, siempre fiel a pesar de nuestros fracasos y traiciones. Judas no creyó en la misericordia y el perdón de Dios.
Y pone en cuestión también nuestro propio camino de fe y las opciones que vamos tomando ante disyuntivas que se nos presentan. En algún momento de nuestra vida puede aparecer la decepción ante la falta de respuesta de Dios, de una respuesta a la medida de nuestros deseos. O rompemos una amistad, un compromiso a favor de nuestros hermanos porque pueda frenar nuestro ascenso hacia mayores cotas de poder, de bienestar…
Buen miércoles santo…