La invitación que recibimos en una fiesta como la de hoy es a reconocer el sacerdocio común que nos acompaña a todos los fieles desde nuestro bautismo y que nos invita a ser mediadores o puentes entre Dios y su pueblo. Si nos tomamos en serio lo de ser puentes que comunican y acercan, sabremos con facilidad que nuestra vida está llamada a ser una «eucaristía» viva, como el pan partido y repartido que se entrega por amor a todos.
UNA IMAGEN… UNA PALABRA
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