El arrepentimiento de Zaqueo no fue solo un acto de justicia: “devolver lo robado” sino de caridad. Jesús, que no pone límite a los números, ve en el corazón de Zaqueo un acto de generosidad y le felicita.
¿Quieres que hoy se hospede Jesús en tu casa? ¿De qué árbol tienes que bajar? ¿Te aminoran las dificultades? ¿Te sientes mirado por Jesús? ¿En tu corazón hay desprendimiento? Zaqueo bajó muy contento. Zaqueo recibió el mayor tesoro. Zaqueo encontró la felicidad.
Feliz día… Dios te bendice…