Hoy en la liturgia Jesús nos muestra que la señal de los cristianos y la verdad de los hijos de Dios, se manifiesta en el amor y servicio a todos los hermanos. Como cristianos y discípulos de Jesús, estamos llamados a anunciar el amor en que creemos y testimoniar la esperanza que nos habita con una fe activa por el amor, una fe que se encarna en el amor.
La ley del talión estaba vigente en tiempos de Jesús. Era una ley, no de venganza, sino para frenar la violencia, pues el castigo nunca debía sobrepasar la ofensa. Sin embargo, Jesús propone otro camino en la convivencia humana. Con la predicación de su Evangelio, propone la no violencia ante las actitudes de venganza. Entre sus seguidores debe prevalecer el amor, que lleva a practicar la corrección fraterna a aquel que lanza una ofensa contra el prójimo.
Por eso, en el Evangelio, Jesús nos muestra un modelo a seguir en lo que se refiere a amar a los enemigos. Se ha encarnado para manifestarnos su gran amor solidarizándonos con nosotros, es decir, se puso en nuestra piel y en nuestro lugar mostrándonos el sendero que debemos recorrer para continuar su obra movido por la fuerza de su Espíritu.
Fray Felipe Santiago Lugen Olmedo