Santuario Nuestra Señora de los Milagros

NOVENA EXTRAORDINARIA VIRGEN MILAGROS

Oración: «Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animados con esta confianza, a Vos también acudimos, ¡oh Virgen, Madre de las Vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen».

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 26, 14- 25: En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Jesús contesta: «Sí, tú lo has dicho».

Reflexión: El Evangelio de este Miércoles Santo nos invita a tres reflexiones. La primera es que, cuando el amor hacia el Señor se vuelve tibio, entonces la voluntad cede a otros reclamos, donde la falta de exigencia parece ofrecernos platos más sabrosos pero, en realidad, condimentados por degradantes e inquietantes venenos. Por eso, no hay que permitir que disminuya el fuego del fervor que nos une con Aquel que nos ha amado hasta ofrecer su vida por nosotros.

La segunda consideración se refiere a la misteriosa elección del sitio donde Jesús quiere consumir su cena pascual. «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’» (Mt 26,18). El dueño de la casa, quizá, no fuera uno de los amigos declarados del Señor; pero debía tener el oído despierto para escuchar las llamadas “interiores”. El Señor le habría hablado en lo íntimo —como Él suele hacer—, a través de mil incentivos para que le abriera la puerta. Su fantasía y su omnipotencia, soportes del amor infinito con el cual nos ama, no conocen fronteras y se expresan de maneras siempre aptas a cada situación personal. Cuando oigamos la llamada hemos de “rendirnos”, dejando aparte las excusas y aceptando con alegría ese “mensajero libertador”. Es como si alguien se hubiese presentado a la puerta de la cárcel y nos invita a seguirlo, como hizo el Ángel con Pedro diciéndole: «Rápido, levántate y sígueme» (Hch 12,7).

El tercer motivo de meditación nos lo ofrece el traidor que intenta esconder su crimen ante la mirada del que le dice la Verdad. Lo había intentado ya el mismo Adán y, también, su hijo Caín, pero inútilmente. Antes que Juez, Dios se nos presenta como padre, que no se rinde ante la idea de perder a un hijo. A Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado cuanto por ver a un discípulo traicionarle y alejarse de Él.
En este tiempo tan extraordinario que nos toca vivir, quizás es este el pórtico de una Semana Santa de verdad, fuera de la vanidad de lucir nuestros adornos, de sentirnos el centro de nuestras procesiones, actos o competir entre quién lo hace mejor… un Triduo Pascual“ hacia dentro” que nos permita volvernos al Señor y reconocerle el protagonismo principal de tal modo que “ no sea yo” el que le traicione y aprenda a vivir las próximas Semanas Santas con más humildad, buscándole a Él, solo a Él… porque ¿le buscamos a Él, verdad?

Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, Vida, esperanza y dulzura nuestra, ruega por nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios…

Oración: Dios nuestro, que, para librarnos del poder del enemigo, quisiste que tu Hijo murieraen la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.


Virgen de los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.

Virgen de los Milagros, Consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros.


Virgen de los Milagros, Vida, esperanza y dulzura nuestra, ruega por nosotros.

Dios te bendice…aprovecha este tiempo para buscarle solo a Él…