La genuina oración cristiana nos lleva a estar siempre atento al bien de los demás; y nos lleva a una verdadera conversión: descentrarse de nosotros mismos para que nuestro centro sean los demás. ¡Qué hermosura de oración! ¡Qué lejos, Dios mío, me encuentro de ella y de los demás!
Feliz día a todos…