La vida del diácono San Lorenzo nos muestra cómo tiene que ser una vida entregada a Dios y a los demás: según cuenta la tradición, cuando el papa Sixto era llevado al martirio da el encargo a Lorenzo de distribuir a los pobres los tesoros que tenía. El prefecto Cornelio Secular al saber de los tesoros de la Iglesia, intima a Lorenzo a entregarle estos tesoros en tres días. Lorenzo, siguiendo las instrucciones del papa, distribuyó todos los fondos que conservaba con los pobres de Roma. Llegado el momento de presentar los tesoros de la Iglesia, Lorenzo mostró al prefecto todos los pobres mantenidos por la Iglesia. Por eso fue martirizado, entregando su vida.
Que la fuerza de la Palabra y el ejemplo de la vida de San Lorenzo nos despierte hacia una nueva solidaridad, especialmente en este tiempo en que se nos exige mirar la vida de aquellos que padecen las consecuencias de la pandemia. Que nuestra vida sea una entrega que genere muchos frutos para los demás.