En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo Hoy es Martes 22 de SeptiembreXXV Semana tiempo Ordinario
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 8,19-21: En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor
Reflexión: Hoy leemos un hermoso pasaje del Evangelio. Jesús no ofende para nada a su santísima Madre, ya que Ella es la primera en escuchar la Palabra de Dios y de Ella nace Aquel que es la Palabra. Al mismo tiempo es la que más perfectamente cumplió la voluntad de Dios: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), responde al ángel en la Anunciación.
Jesús nos dice lo que necesitamos para llegar a ser sus familiares, también nosotros: «Aquellos que oyen…» (Lc 8,21) y para oír es preciso que nos acerquemos como sus familiares, que llegaron a donde estaba; pero no podían acercarse a Él a causa del gentío. Los familiares se esfuerzan por acercarse, convendría que nos preguntásemos si luchamos y procuramos vencer los obstáculos que encontramos en el momento de acercarnos a la Palabra de Dios. ¿Dedico diariamente unos minutos a leer, escuchar y meditar la Sagrada Escritura? Santo Tomás de Aquino nos recuerda que «es necesario que meditemos continuamente la Palabra de Dios (…); esta meditación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado».
Y, finalmente, cumplir la Palabra. No basta con escuchar la Palabra; es preciso cumplirla si queremos ser miembros de la familia de Dios. ¡Debemos poner en práctica aquello que nos dice! Por eso será bueno que nos preguntemos si solamente obedezco cuando lo que se me pide me gusta o es relativamente fácil, y, por el contrario, si cuando hay que renunciar al bienestar, a la propia fama, a los bienes materiales o al tiempo disponible para el descanso…, pongo la Palabra entre paréntesis hasta que vengan tiempos mejores. Pidamos a la Virgen María que escuchemos como Ella y con sus ruegos nos alcance de Jesús, el Señor, la ayuda de la gracia para que cumplamos la Palabra de Dios para andar así por el camino que conduce a la felicidad duradera.
_* Dios te bendice…* “¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti. Bendito eres, Señor, enséñame tus decretos. Mis labios van enumerando todos los mandamientos de tu boca; mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Medito tus mandatos, y me fijo en tus sendas; tus decretos son mi delicia, no olvidaré tus palabras. Haz bien a tu siervo: viviré y cumpliré tus palabras; ábreme los ojos, y contemplaré las maravillas de tu ley” (Sal 119).