En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo Hoy es Miércoles 11 Noviembre XXXII Semana Ordinario San Martin de Tours Fue soldado, y monje antes que otra cosa y nos invita a mirar con ojos nuevos la vida religiosa. Como obispo, es ejemplo de cercanía y de falta de ambiciones terrenas. Su gran caridad despertaba la responsabilidad frente a la urgencia de la evangelización y ante la pobreza y la enfermedad.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 17, 11-19 Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor
Reflexión: ¿Dónde están?
Nos encontramos ante la desconsideración y la ingratitud hacia Dios. Jesús ha curado a diez leprosos, y sólo uno, el desconocido, el extranjero, el que no pertenece a la comunidad, es el que vuelve con un sentido de gratitud por haber sido curado.
Jesús se pregunta ¿dónde están los otros nueve?
Mientras estamos mal, son todo súplicas y gritos a Dios para que nos libere de nuestros sufrimientos. Sin embargo, cuando vivimos una experiencia de sanación, de liberación de nuestra amargura, miedo, enfermedad o esclavitud, nos olvidamos de volver sobre nuestros pasos para considerar de quién fue la acción que me devolvió a la vida.
El volver sobre tus pasos en la vida, para mostrar gratitud, te mostrará cuán frágil has sido en tu vida, no sólo por sufrir una enfermedad, sino también por la marginación que supone ser apartado, ignorado, vivir fuera de la sociedad.
La ingratitud es otra forma de egoísmo fruto del individualismo. Hemos crecido desde la posible exigencia hacia nuestros familiares y amigos creyendo que todo lo hemos de recibir gratis. “Tengo derecho”. Nos hemos acostumbrado a creer que nos merecemos todo, sin mirar cuánto sacrificio ha supuesto el que tú permanezcas de pie frente a la vida.
Uno no se sacrifica en la vida para que le alaben y le bendigan todo el día; pero sí hay que hacer constar el valor y el coraje de la persona que ha arriesgado su vida por ti. Hay que darle valor a todo cuanto se ha sacrificado por nosotros. Si no fuera así, lo que se muestra es el desprecio por la misma vida, el desprecio por el amor y sus razones, por la fe mantenida y ofrecida con esperanza. Se desprecia las fuerzas dedicadas y el tiempo consagrado con el sólo fin de que tú permanezcas de pie. Esto lo ha hecho a Jesucristo, ha puesto su vida en tu cruz de muerte para que tengas vida. Ha puesto su inocencia en el lugar de tus pecados para que aparezcas “impecable”.
¿Dónde están? ¿Dónde estás ahora que se han sanado tus heridas? ¿Dónde estás ahora cuando has sido liberado de tus esclavitudes? ¿Dónde estás ahora cuando has sido consolado de tus tristezas? ¿Dónde estás ahora cuando has sido reconstruido con generosidad por tus hermanos? ¿Dónde está ahora tu gratitud a Jesucristo?
_* Dios te bendice…* “Gracias, Señor Jesus, por la vida, por la salud, por la familia, por el hogar, por el trabajo, por los alimentos, por la bendición de cada día. Bendice Señor a mi familia, a mis amigos y también a mis enemigos, porque ellos también necesitan de ti. Te ruego Señor por aquellos que sufren y te pido, Jesús, que nos libres de esta terrible pandemia que está destruyendo la vida y el futuro. Da, tambien, paz para el mundo entero. Tú qué vives y reinas, con el Padre y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén”.