Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Hoy es Domingo 03 Enero II Domingo Navidad Feliz Año Nuevo.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 1-18 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor

Reflexión: Dios nos ha dado la inteligencia para comprender el universo y para que maravillados por tanta grandeza, sabiduría, belleza y bondad, no cesáramos de alabarlo y darle gracias. Pero… absortos en esta contemplación nos olvidamos de que esa Palabra creadora es la que dormía en el pesebre y era amamantado por María; en un momento dado hacía graciosas muecas, y poco después lloraba cuando sentía alguna necesidad o incomodidad.

La Palabra de Dios no es, cómo nos dice san Juan, un mero conocimiento intelectual que Dios tiene de sí; la comprensión que tiene de sí mismo abarca toda su realidad y, por tanto, también su condición de ser vivo y, por supuesto, su realidad humana. Dios engendra un Hijo idéntico a sí mismo: eterno, infinito, feliz , y, sin embargo, por su voluntad de hacerse humano también frágil, vulnerable, expuesto… como un niño.

A lo largo de la historia, la Palabra de Dios ha puesto a Dios en comunicación con los hombres por medio de los profetas y de la Ley. El pueblo de Israel tiene a gala y presume de poseer el código de conducta más sabio que el de los demás pueblos pues ha sido dictado por la Sabiduría de Dios. Y es que la vida humana no es un vivir a gusto de cada uno, según van viniendo las cosas, sino un vivir previsto y originado en la Sabiduría de Dios: ordenado, no caótico; con una finalidad, con sentido; como una llamada a la vida plena feliz. En el Antiguo Testamento, Dios dio su ley por medio de Moisés, como norma de conducta sabia; en el Nuevo Testamento, tenemos a Jesús, que es la Sabiduría, la Palabra personal de Dios como modelo de vida humana. Desde Belén comienza dándonos ejemplo de vida: de Él aprendemos la importancia de la humildad; a no apegarnos a las cosas pasajeras; a adoptar una actitud de trascendencia o pura referencia al Padre, viviendo en el mundo pero sin ser del mundo, y aprendemos sobre todo el amor, a ponernos en el lugar del otro.

Con el tiempo, este niño enseñará como Maestro de Israel para ser escuchado por todos los pueblos. Anunciará el Reino de Dios, al que son convocadas todas las gentes, de forma que quienes acepten su palabra, lo crean y lo acojan en su vida serán hechos partícipes de la vida que Él tiene en plenitud como Hijo de Dios; de modo semejante, esos tales serán hechos hijos de Dios con todo lo que eso significa de ser coherederos con Él de la gloria del Padre.

Este niño que contemplamos atravesando el tiempo, y que abre sus ojos y nos sonríe es el Mediador de nuestra fortuna, de nuestra bendición, pues ha sido por medio de Él como hemos sido destinados a ser hijos de Dios. Desde aquí toman todo su sentido las palabras se Apóstol que nos invitan a perseverar en la fe en Jesús, que salva; en el amor, que santifica, y en la esperanza, nos anima y fortalece.

_* Dios te bendice…*” En verdad es justo y necesario…. Por Cristo hoy resplandece el intercambio de nuestra salvación, ya que al asumir tu Verbo nuestra fragilidad, no solamente dignificó nuestra naturaleza para siempre, sino que, maravillosamente, nos hizo partícipes de su eternidad.
Por eso unidos a los coros de los ángeles, te alabamos llenos de alegría: Santo, Santo, Santo …