Santuario Nuestra Señora de los Milagros

PENTECOSTES

  • Evangelio según Juan 20, 19-23* Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
    «Paz a vosotros».
    Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
    «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
    Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
    «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor

Reflexion El día cincuenta es el inicio de la época que está más allá de las limitaciones de este mundo, siendo cincuenta el número que representa el cumplimiento eterno y celestial en la espiritualidad mística, tanto judía como cristiana: siete veces siete, más uno. Hoy se nos invita:

1.- Personal. Tratemos ante todo de descubrir y vivir que la realidad de Pentecostés es algo de comunitario pero también algo personal, individual, que cada cual tiene que incorporar ahora a su vida. Los primeros cristianos tuvieron serias dificultades para aceptar que lo que vivían era voluntad de Dios; se convencieron de la cercanía de Jesucristo resucitado, vivo y tan eficaz en lo ordinario, en lo extraordinario, en la alegrias, y en las persecuciones.

2.- “Imprescindible. El Espíritu Santo es una persona tan importante en nuestra vida espiritual, que sin ella ni siquiera podemos decir: “Jesús es el Señor”. La del Espíritu no puede faltarnos en ningún momento, porque es para cada cristiano fundamento de nuestra propia existencia en este Dios-Espíritu. Pero con demasiada facilidad no somos conscientes de ello. Dios se da, por adelantado para que en El podamos existir y persistir. “En Él vivimos, nos movemos y existimos”.

3.- “Sobre-natural”. Nuestra persona es el sujeto de la inhabitación Trinitaria, en cada uno de los cristianos. En ello consiste la filiación divina, de manera gratuita a través de la mediación del Hijo. Desde dentro, en nuestra propia alma se da esta “sobrenaturaleza” y desde allí impulsa diferentes capacidades o formas de santidad. Haciendo posible nuestra colaboración necesaria para ser fieles a los planes divinos.

También el Espíritu nos hace libres:

1.- Fuerza interior. El Espíritu Santi tiene la misión de hacernos libres, superando cualquier tipo de esclavitud interior. Otorga la energía para luchar contra las fuerzas del maligno: pecado, egoísmos, vanidades, miedos y tantos otros movimientos que oscurecen la razón llevándole a tomar como bueno aquello que no lo es. Dios actúa siembre desde dentro y en ningún caso violenta la libertad humana.

2.-Fuerza unitiva. En Pentecostés las personas de diversa lengua, raza y nación fueron capaces de “entenderse”. Nosotros también lo seremos, en cuanto que hemos sido bautizados en el mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Cierto es que quedará a nuestro cargo descubrir sutilmente los campos de combate de las divisiones para reforzar con la oración la fortaleza de nuestras desconfianzas.

3.- Fuerza evangelizadora. El don del Amor que es el Espíritu presente en nosotros es unión con Padre y el Hijo en él y es la fuerza expansiva para anunciarlo a los demás. No es un conocimiento intelectual, sino sobre todo afectivo, existencial, de unidad con Dios por amor gratuito. La fe es insuficiente desde lo cognitivo si no se acompaña de la adhesión amorosa a sus contenidos transformantes de la vida. Hemos de fiarnos del Señor, creer lo que nos ha revelado y hacer lo que nos pide.

Tal experiencia nos ha de motivar a orar en todo tiempo para descubrir la alegría que encierra el hecho de compartir con los demás el tesoro escondido en nuestro corazón, y así celebrar el mandamiento del Señor: Amaos unos a otros como yo os he amado. Recibid el Espíritu Santo; perdonaos mutuamente. Paz a vosotros. Permaneced en mi amor.

¡Cristo ha resucitado, Aleluya!

Dios te bendice Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.