Santuario Nuestra Señora de los Milagros

ES DOMINGO

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Domingo XXVIX tiempo Ordinario ciclo A DOMUND

Evangelio según Mateo 22, 15-21 En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas:
¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario.
Él les preguntó:
«De quién son esta imagen y esta inscripción?».
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Palabra del Señor

Reflexión Jesús no se deja enredar por unos elogios vacíos aunque expresen una realidad: Él es un Maestro sincero, veraz e incluyente (cf. Mt 22, 16). En consecuencia, no pierde la libertad de decir aquella verdad que rompe las ataduras de todo aquel corazón que busca el camino de Dios.

Jesús sabe que los fariseos buscan una excusa para poder acusarlo y no tiene miedo de dar una respuesta clara y comprometida. Un fanático respondería desde una ideología sin medir las consecuencias de sus afirmaciones (aunque ellas pongan en peligro la vida o la conciencia de los más vulnerables). En cambio, Jesús habla desde su experiencia del Padre y desde esa relación filial, ofreciendo revelar aquella verdad integral que da sentido a la vida, a las opciones y a las acciones. Él no se ajusta al orden establecido, sobre todo cuando se acentúa la desigualdad, la injusticia o la inequidad.

Hoy podríamos hacernos una pregunta esencial: ¿De quién es la imagen que está grabada en mi corazón? ¿De Dios o del César? El corazón es una realidad más radical que una moneda. La imagen acuñada en el corazón es la que configura en toda persona una forma de vida, una forma de espiritualidad y una forma de compromiso con la realidad.

¿Cómo dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, sin escaparse del mundo huyendo hacia el Cielo? Una lectura limitada del texto presentaría la posibilidad de mantener separados el orden de lo temporal y el orden de lo religioso, las cosas del mundo y las cosas de Dios, las realidades profanas y las realidades sagradas.

El misterio de la Encarnación nos da una clave de lectura: Dios ha entrado en diálogo con el hombre y ha creado un espacio sagrado en el corazón de la historia. A imagen de Jesucristo, los bautizados estamos llamados a crear lazos de fraternidad que rompan los esquemas de «ellos y nosotros». La corresponsabilidad de los cristianos en la búsqueda del bien común y en el cuidado de la “casa común”, cómo dice el Papa Francisco, nos llama a respetar la pluralidad de opiniones. La caridad afectiva y efectiva debe llevarnos a reconocer la dignidad de toda persona humana. La presencia en los lugares donde se gesta y se decide el rumbo de la política, la economía, la educación, la cultura y la fe, requiere de nosotros presencia desde la apuesta arraiga en la doctrina y los valores evangélicos.

Es hermosa la paráfrasis de san Agustín sobre esta escena: “El César busca su imagen, ¡devolvédsela! Dios busca la suya, ¡devolvédsela! Que el César no pierda su moneda por causa vuestra; que Dios no vaya a perder la suya que está en vosotros” (Com. Sal. 57.11).

No se trata de contraponer realidades, sino de ser creativos en la vivencia de la fe y en el compromiso con la realidad. No se trata de diluir realidades, sino de respetar la justa autonomía y la sana diversidad. Como Jesús, es importante no caer en las trampas de quienes quieren, por derecha o por izquierda, uniformar o formatear tanto a las personas, como a las instituciones o a la realidad. Como Jesús, estamos llamados a responder desde nuestra experiencia de Dios y desde nuestra fe.

Los 13.000 misioneros españoles repartidos por todo el mundo nos piden hoy que recemos por ellos, quieren que nos acordemos de ellos, para que sean fieles a su misión. El lema de este año “Aquí estoy, envíame” nos pone ante una tesitura complicada, tengo que tener mucha fe para decirle al Señor estas palabras, porque puede ser que me pida algo que yo no le estoy dispuesto a dar.

Dios te bendice Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.