Santuario Nuestra Señora de los Milagros

HOY CELEBRAMOS…

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Lunes XVII Ordinario. Año par.
Santa Marta La Iglesia recuerda hoy en la liturgia a Santa Marta, aunque el martirologio extiende la conmemoración también a sus dos hermanos.Marta y María, las amigas de Jesús, son un canto a la amistad. Marta y María se han convertido en figuras de cualquier ser humano que sufre el dolor de la enfermedad y la muerte. Son modelo de esperanza a pesar del dolor.

Evangelio según San Juan 11, 19-27: En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

Palabra del Señor

Reflexión. El personaje de Marta es sin duda uno de los más entrañables del Evangelio. Vivía pendiente de los demás. A veces se cansaba y se sentía incomprendida, y, como es natural, se quejaba. Pero su solicitud por los demás brotaba de su amor por ellos. Y ese amor era un regalo de Dios para ella, que la hacía conocer a Dios, porque Dios es amor.

Así quien descubre que es amado por Dios no sólo trata de “devolver” a Dios el amor que recibe de él, sino que percibe que ese amor se prolonga en el amor a los demás, que se revela en él. Si esto es así, amar a los demás nos hace conocer a Dios, porque Dios es amor. Así pues, cuando nos amamos, Dios está con nosotros y nosotros con él.

Marta no sólo era solícita con sus huéspedes. Su amistad con Jesús la hacía capaz de interpelarlo con un leve reproche: “Si hubieras estado aquí…”. Pero Jesús no se ofende, sino que la lleva más lejos: “Tu hermano resucitará”. Es un diálogo sobre cosas trascendentes: la vida después de la muerte. Pero Marta declara que es un tema que ya ha asimilado y no es el que le preocupa en este momento. “Sé que resucitará en el último día” (esa era la convicción vigente entre los judíos de la época).

La novedad es lo que sigue a continuación: “Yo soy la resurrección y la vida…”. El diálogo sube de tono. Marta se encuentra con algo insólito, que la llenará de júbilo por sus consecuencias inmediatas (“Entonces, ¡mi hermano podrá resucitar ya!”). Pero, por encima de eso, la palabra de Jesús es para ella revelación de su verdadera identidad: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”; es decir, mi hermano resucitará porque tú eres la Vida y donde estás tú está la vida que viene de Dios (recordemos que Juan había dicho, en la primera lectura: “Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él”).

Así, un diálogo de amistad con Jesús, un diálogo de amor con él es capaz de descubrirnos su más profunda identidad y, en consecuencia, nuestra más grande felicidad, la certeza del cumplimiento de nuestras más grandes aspiraciones.

Pregúntate hoy, delante de santa Marta: ¿Cómo es mi amor por los demás? ¿Me lleva a conocer a Dios? Y también: Mi amistad con Jesús, vivida en el diálogo con él, ¿me hace descubrir su verdadera identidad y, en ella, la certeza de una vida feliz?

Dios te bendice Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.