Cirilo (también llamado Constantino) y Metodio son dos hermanos, nacidos en Tesalónica, en Grecia, y aunque acostumbre a llamárseles en este orden, Cirilo y Metodio, lo cierto es que Metodio es de los dos el mayor, nacido en 826, y Cirilo el pequeño, nacido en 827. Pertenecientes a una familia senatorial, reciben una esmerada educación, Cirilo en Constantinopla donde ocupa el cargo de bibliotecario de Santa Sofía, mientras Metodio alcanza la dignidad de gobernador de una provincia bizantina.
En 855 ambos abandonan la vida pública, son ordenados presbíteros y se retiran a un monasterio en Bitinia, desde donde son enviados a evangelizar a los cátaros de Crimea, aprendiendo su idioma y logrando muchas conversiones. A petición del Príncipe Ratislao, en 863 Cirilo y Metodio pasan a Moravia, entre cuyos habitantes trabajaban ya, aunque con escaso éxito, misioneros alemanes. Hay que señalar que aunque son enviados por Constantinopla, Roma, con la que en ese momento reina la armonía, confirma los nombramientos.
El gran conocimiento lingüístico de los hermanos conducirá a que Cirilo acabe inventando un alfabeto para la transcripción de los evangelios y de los libros litúrgicos al idioma moravo, el que aún hoy utilizan la mayoría de las lenguas eslavas, llamado no por casualidad “cirílico”, trabajo que realizará con la ayuda de Metodio y con el que se convierten no sólo en evangelizadores de los eslavos sino también en padres de su lengua y de su literatura. En Moravia permanecen cuatro años y medio en los que despiertan los recelos de sus compañeros alemanes en la misión.
Convocados a Roma por el Papa Nicolás I, a su llegada a Roma se lo encuentran muerto y son recibidos por su sucesor- Adriano II– quien aprueba sus trabajos entre los moravos, sanciona la liturgia en eslavo y los consagra obispos, un empleo que Cirilo ejercerá por poco tiempo pues el 4 de febrero del 869 entrega la vida en manos del Señor, siendo enterrado en la iglesia de San Clemente.
Adriano II funda la Archidiócesis de Moravia y Panonia, con sede en Sirmium, independizándola de la Iglesia alemana, cuyo primer obispo será Metodio, el cual habrá de sufrir todavía los sinsabores de la incomprensión. Así, apenas un año después, los obispos alemanes lo convocan a un sínodo en Ratisbona donde lo deponen y lo encierran en prisión. Liberado por orden del Papa Juan VIII se reintegrará a su diócesis, desde donde trabaja en la evangelización de bohemios y polacos.
Convocado de nuevo a Roma por las acusaciones del alemán Wiching, Juan VIII ratifica la liturgia en eslavo, eso sí, decretando que el Evangelio se lea en latín en las iglesias antes de hacerlo en eslavo. De vuelta en Constantinopla, Metodio completa la traducción de las Santas Escrituras, todo el Antiguo Testamento a excepción de los Libros de los Macabeos, así como el “Nomocanon”, es decir el código de derecho canónico griego. El 6 abril de 885 sale al encuentro del Señor.
Canonizados en 1880 por el Papa León XIII y conocidos como “los apóstoles de los eslavos”, se estuvo celebrando la fiesta de ambos el 9 marzo, hasta que Pio IX la traslada al 5 julio en la que aún hoy se celebra en Chequia y en Eslovaquia, donde por cierto es fiesta nacional. Pablo VI traslada la fiesta al 14 de febrero, fecha en la que la Iglesia Ortodoxa conmemora a San Cirilo, mientras celebra a los dos hermanos el 11 de mayo. León XIII dedica a los hermanos su encíclica “Grande Munus” de 30 septiembre, 1880. Cirilo y Metodio son elevados a santos patronos de Europa por san Juan Pablo II, que lo hace mediante la “Carta Apostólica Egregiae Virtutis” de 31 de diciembre de 1980 con estas palabras:
“Con nuestro pleno conocimiento y madura deliberación, con la plenitud de la potestad apostólica, en virtud de esta Carta y para siempre, constituyo y declaro celestes Copatronos de toda Europa junto a Dios
a los Santos Cirilo y Metodio”.