La mancha de la lepra se refleja en el evangelio que hoy se proclama (Mc 1,40-45). Un leproso se acerca a Jesús, pidiéndole que le cure. Jesús sintió lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero, queda limpio”. De este modo, se subraya la compasión y la humanidad de Jesús.
Pero, no solo esto. Hay más… Se escogen bien los destinatarios de la compasión de Jesús y los hemos ido comprobando estas semanas. Recordemos: en primer lugar un endemoniado (Jesús le atiende y… ¡en sábado!); en segundo lugar, la suegra de Pedro (Jesús se acerca, toca a una mujer y la cura); y, en este domingo, un leproso: Jesús no contento con atenderle… ¡le toca!… Las tres acciones manifiestan la misericordia de Dios que se encuentra por encima de la Ley.
Y, todavía más… se deja claro que Jesús quiere pasar desapercibido, que Él solo es el siervo de Dios. Trata de ocultar su gloria y quiere caminar por las sendas de la humildad pero… las acciones revelan quién es… por eso, los beneficiados, se convierte en testigos del amor de Dios.
El mensaje para nosotros:
En primer lugar tenemos que aprender a hacer nuestra, con esa confianza del leproso, su misma petición: “Si quieres puedes limpiarme”. Es una preciosa “confesión de fe”… que debería convertirse en una preciosa actitud vital para los que nos llamamos “discípulos” y queremos vivir la fe.
En segundo lugar: la confianza. Aquel hombre sabe que no puede confiar en nadie pero, intuye, que Jesús puede salvarlo y recuperarlo. Por encima de todos los “no”… se encuentra la actitud de confianza y la búsqueda del “sí” de Dios… “si quieres…”. Orar con esa confianza supone reconocer la grandeza del Señor. Él es la oportunidad nueva que se nos presenta cada día… basta “confiar”.
En tercer lugar y muy unido a lo anterior. ¿Dónde tenemos puesta nuestra confianza? ¿En la ciencia? ¿En la política? ¿En la economía? ¿En lo que yo puedo conseguir? ¿En las apariencias o en los triunfos humanos?… ¿Dónde? Es verdad que, cuando conseguimos algunos de estos triunfos parece que nos satisfacen pero… ¿cuánto dura? ¿Producen en nosotros la felicidad? Puede que la medicina “cure” pero ¿sana?
Y una pequeña cosa más…¿no es verdad que necesitamos, también nosotros, de esa liberación de las lepras actuales y de esa sanación que nos haga felices?… Pensadlo… ¡merece la pena!… Y la Iglesia nos concede oportunidades únicas y preciosas: el sacramento de la Penitencia, la Eucaristía… Ojalá que sepamos descubrir la misericordia que Dios Salvador nos está ofreciendo… cada día… en cada momento…
FELIZ DOMINGO A TODOS…