y lo hacemos encomendando a
nuestros hermanos y hermanas de Nepal que han sufrido las consecuencias del terremoto.
Nos unimos en la oración por los fallecidos y por todas las víctimas.
Que el Dios de la vida, resucitado de entre los muertos consuele a los que sufren y nos de la paz y la sabiduría para caminar.