Al leer sobre la fe de algunos personajes, nos podemos preguntar sobre cómo está nuestra vida de fe.
Una mujer sufriente, apartada de la sociedad (por mujer y por enferma), busca a Jesús entre la multitud.
Un hombre, en medio de su desesperación, deja a su familia en el duelo y se va a buscar a Jesús.
Cuando nosotros tenemos problemas, cuando se nos muere algo dentro,
cuando todos alrededor se ríen de nosotros,
¿cómo reaccionamos? ¿A quién buscamos? ¿Dónde vamos a pedir ayuda?
El contacto con Cristo nos resucita de entre los muertos, asegurándonos la vida eterna.
Lo había dicho Jesús:
«Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá eternamente;
y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo» (Jn 6,51).