Hay que conquistar espacios de calma.
Ganar la batalla a la urgencia. Vencer al vértigo.
Aprender a dominar el reloj. Vivir deprisa o despacio, pero sin ir arrastrados.
Hay que saber valorar las pequeñas fiestas de cada día: una buena música, una mesa bien surtida, una palmada en la espalda, un esfuerzo conseguido.
Y ojalá, dejar a la gente entrar en esos espacios de quietud del día a día.
Hay que recuperar el «ir de dos en dos»… y «hacer fiesta»…
proclamando que el Camino, la Verdad, la Vida… solo viene de Jesucristo.
Hay que volver a Dios, a que ocupe el centro de nuestras vidas, de nuestras plazas… en su puesto que nos abre a la alegría y a la esperanza…
FELIZ DOMINGO… DÍA DEL SEÑOR… DE LA FAMILIA CRISTIANA…