1.- Le preguntaba un amigo a otro que salía de una iglesia de rezar: ¿Qué ganas tú rezando?
El interpelado, sinceramente y sin timidez alguna, le respondió:
no sé lo que gano pero pierdo odio, vanidad, falsedad, envidia, prisas, agobios, estrés e hipocresía.
No sé lo que gano en este lugar tranquilo que es la iglesia pero, sólo sé,
que cuando voy pierdo soberbia, tacañería, debilidad, confusión y soledad
Con el Evangelio en la mano de este domingo, caemos en la cuenta no sólo de lo que ganamos marchando agarrados a la mano de Cristo sino, además, de lo mucho y malo que dejamos de lado cuando –en este lugar apartado de la misa dominical- nos despojamos de todo lo peor de nosotros mismos para revestirnos de todo lo mucho y bueno que Dios nos da.
¿Gana algo la ropa al llevarla a la tintorería? En principio, más que ganar, pierde suciedad y recupera esplendor.
2.- Nunca como hoy la gente se mueve de un lado para otro buscando paz y tranquilidad. Asciende el montañero a las cumbres, se adentra en el mar el navegante, se arriesga entre los acantilados el aventurero y, otros tantos, buscan en agencias o en las redes sociales, esferas donde librarse de la vorágine que nos destruye o nos enerva ¿Nos hemos parado a pensar que las humedades de las paredes no se atajan desde fuera sino desde el interior de las mismas? ¿Nos damos cuenta que, un árbol enfermo en su tronco, no hay que curarlo en su corteza sino desde su raíz?
3.- El ámbito tranquilo de Jesús de Nazaret no es precisamente la oferta que nos ofrece el mundo para un descanso puntual y necesario. ¡Va mucho más allá! El descanso que nos ofrece Jesús es desde dentro hacia fuera. No es un descanso de hamaca sino de corazón. No es un relax de playa sino de alma. No es un silencio sin ruido sino ausencia del “yo” que es problema de muchas de nuestras dificultades, distanciamientos, malos entendidos y soledades.
-Descansar con Dios es saber que su Palabra siempre tiene una respuesta para cada momento
-Apoyarnos en el Señor es caer en la cuenta de que, muchas de nuestras infelicidades, es porque seguimos a líderes que nos llevan por donde quieren pero no por dónde nos conviene
-Fiarnos de Jesús es no entender la fe como simple ocio. Como una escala de sacramentos que vamos quemando a nuestro antojo según, cómo y cuándo. Es vivir la fe con una convicción: vivir como Cristo, pensar como Cristo y actuar como Cristo.
4.- El gran peligro que actualmente se da en la vida de millones de cristianos es ese: que vivimos la fe no como un lugar donde se recupera nuestra alma, nuestro cuerpo, nuestra salud mental o espiritual sino que, por el contrario, la experimentamos de una forma ociosa. Como si se tratase de un juego, de una ganancia simple o de un quedar bien. Nunca la fe oportunista ha sido buena. Engañaremos con nuestras apariencias pero, a Dios, no se la damos.
Teniendo estos lugares tan tranquilos ¿por qué optamos por paisajes aparentemente idílicos pero con consecuencias imprevisibles para las personas?