Es verdad que a menudo no es fácil.
Que hay historias en las que pesa el odio, el dolor, la violencia.
Es verdad que a menudo el egoísmo campa a sus anchas por la tierra, y deja detrás vidas rotas.
Es verdad que a menudo se echa en falta un poco más de ternura en el mundo.
Y que en bastantes circunstancias no estamos muy seguros de si la última palabra la tendrá la vida o la muerte.
Pero en nuestra mano está sembrar, construir, vendar, ayudar a sanar…
Porque la justicia de Dios nos necesita a nosotros para echar raíz en esta tierra.
Esa es una misión increíble.