En este tiempo de Adviento, en estas cuatro semanas que nos separan de la Navidad,
reviviremos la larga espera de Cristo que dio todo su sentido al Antiguo Testamento.
Debemos esperar, pero esperar en serio, que Cristo nazca de nuevo en nuestro corazón.
Es la oración predilecta de Adviento: Ven, Señor no tardes.
Toda la Iglesia lo anhela con alegría, con una alegría ceñida de esperanza.
Alegría profunda, que brota de la confianza.
Alegría que va creciendo a medida que nos acercamos a la Navidad.
Pidámosle a la Santísima Virgen de Los Milagros, que nos regale algo de ese espíritu de acogimiento que la caracterizó a Ella, de modo que estas cuatro semanas de Adviento se parezcan un poco a los nueve meses de su espera maternal.
FELIZ DOMINGO A TODOS…