1) ¿Qué algunos dicen “felices fiestas”? No importa: Tú, siempre, di, escribe y canta ¡Feliz Navidad!
2) ¿Qué otros envían felicitaciones con hijas de casas reales, símbolos indescifrables o montañas nevadas? ¡Es lo que hay! Tú, cuando lo hagas, remite postales con la Sagrada Familia, los pastores, los Magos o la estrella de Belén.
3) ¿Qué te duele que supriman belenes de los espacios públicos? ¡Tranquilo! Procura tú, allá donde estés, coloca uno, dos y tres. Frente al laicismo es necesario un cristianismo mucho más combativo.
4) ¿Qué ya no escuchas villancicos en la televisión o en la radio? ¡No te enfades! Pero que, en tu familia, en tu casa o con tus amigos, no olvides tú cantarlos y enseñarlos como buena tradición.
5) ¿Qué las luces de las calles de tu ciudad son lúgubres y mortecinas? ¡No te asustes! En el fondo, representan, la oscuridad de nuestros regidores. Tú, los balcones y ventanas de tu casa, ilumínalos con la estrella o la luz blanca que simboliza la Luz de Navidad.
6) ¿Que algunos gobernantes pregonan la Navidad como el “solsticio de invierno”? ¡Calma! El tiempo, y las elecciones, ponen a cada uno en su sitio. Que nadie te cambie a ti. El invierno se va, los que lo ensalzan también y queda el amor de Navidad.
7) ¿Que otros se aferran a su laicidad en contra de lo más genuino de la Navidad? ¡Deja pasar! Tú, eso sí, defiéndela con tu testimonio y con tus palabras, con tu forma de ser y sabiendo que DIOS es la Navidad.
8) ¿Que en algunos colegios no permite celebrar la Navidad por no ofender a otros credos o sensibilidades? ¡No te quedes quieto! Haz valer tus derechos y que no te ofendan a ti marginando tus convicciones o ideales cristianos. Eso si, luego, canta con tus hijos y tu familia en tu comida o cena de Navidad.
9) ¿Qué el Niño no es recibido en colegios, guarderías, institutos, plazas o arcos de triunfo? ¡Reza! Reza por aquellos que, lejos de solucionar problemas, nos crean otros tantos más. Eso sí; que Dios, Jesús, los Ángeles, los pastores o los Reyes Magos no falten nunca en tu vivienda, en tu corazón, en tu ser y en tu forma de celebrar la Navidad.
Y es que, a veces, la Navidad ha de empezar por nuestra propia casa antes que en la de los demás.
Tú, recuerda, has de ser el primero en vivir y sentir la Navidad.