A veces hay que ver la sonrisa de los cristianos alegres.
La de los profetas que, con su vida, transmiten ternura.
La de quienes han estado en el infierno de la guerra, o del hambre,
o del dolor, y han salido, renovados para cantar la belleza de la vida, y más fuertes aún.
En un mundo de demasiadas expresiones sombrías y ceños fruncidos.
O, a la inversa, en un mundo donde algunas sonrisas son huida y evasión, para no pensar,
se hace necesario buscar la fuente de la alegría verdadera.
Madre de Misericordia, Corazón Inmaculado de María,
intercede por nosotros y ayúdanos a vivir en la alegría del Evangelio…
FELIZ DÍA A TODOS…