Hace ya 17 siglos san Juan Crisóstomo
escribió algo que desde que lo leí por primera vez
cambió mi mirada sobre la eucaristía:
“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo?
No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres,
ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez.”
Hace unos días veíamos las fotos de una barcaza volcando
y el cuerpo de Cristo hundiéndose en el Mediterráneo. Murieron siete.
Hoy nos enteramos que las fuerzas de seguridad en Melilla han devuelto en caliente el Cuerpo de Cristo.
Treinta migrantes fueron devueltos en una práctica que la Convención Europea de Derechos Humanos considera ilegal.
Hace unos días llegaba una chica africana a un centro de religiosas pidiendo que le ayuden a salir de una red de trata.
El cuerpo de Cristo violado y esclavizado. Quedan miles de mujeres (y de hombres) en esa situación, muchas menores.
Ya seamos curas, ministros, trabajadores, autónomos, estudiantes o personas en desempleo no podemos recibir el cuerpo de Cristo
si no nos duelen las entrañas al saber que se está ahogando, que lo están expulsando y que lo están violando.
¿Hacia dónde se dirige nuestra mirada? ¿Qué es lo que nos llena la vida? ¿Cómo comulgamos el Cuerpo del Señor?…
FELIZ DÍA A TODOS…