Enviados.
Con una misión.
Hablamos de aquellos doce,
pero en realidad, desde ellos, todos lo somos.
Enviados al mundo.
Llamados a anunciar.
Es extraño pensar así en mí mismo.
Como un apóstol.
¿No suena demasiado solemne? ¿demasiado religioso? ¿demasiado militante o demasiado institucional?
Yo, en mis circunstancias, en mi trabajo, en mi vida concreta, en el trabajo, en la familia, con los amigos…
Yo, hombre o mujer, joven o viejo, más o menos convencido… tengo también una misión, una tarea, un reto.
FELIZ DÍA A TODOS…