QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
Así, cuando llegues y llames a mi puerta
encuentres mi mente despierta,
mi corazón inclinado totalmente a Ti
mis pies sin haberse desviado de tu camino
y, mis manos, ¡ay mis manos!
volcadas de lleno con las piedras de tu Reino.
Sí, Señor;
Que no me duerma y que, en la noche de mi vida,
mantenga encendida la lámpara de mi fe
Abierta, sin temor alguno, la ventana de mi esperanza
Confiada, sin ninguna fisura, la grandeza de mi alma
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
¡Son tantos los que desean verme adormecido!
¡Son tantos los que insinúan que no vendrás!
¡Son tantos los que se cansaron de esperar!
Ayúdame, mi Señor, a ser persona con esperanza
a esperar, con la ilusión de un niño,
el destello de la estrella de un eterno mañana
la noche mágica y santa de una Navidad luminosa
el misterio, que sin comprenderlo,
asombrará totalmente a mis ojos
al ver tu humanidad y divinidad juntas.
QUE NO ME DUERMA, SEÑOR
Y que, cuando mañana despierte,
siga mirando, por el balcón, hacia el horizonte
sabiendo que, tarde o temprano, llegarás
porque, pronto o tardíamente,
cumplirás lo que has prometido: que vendrás.
Amén.