Los que estaban bien guarecidos,
bien refugiados, siguieron durmiendo a pierna suelta,
y no se enteraron de que, allí, a pocos metros, un niño nacía.
No descubrieron algo admirable en un niño acostado en un pesebre,
porque ni siquiera lo vieron.
Y eso es, a veces, lo que asusta un poco.
Señor. No quisiera no enterarme de lo que ocurre.
No quisiera vivir tan absorto en mi historia,
mis preocupaciones y compromisos, mis urgencias e intereses,
que pierda la capacidad de estar atento…
porque tú pasas, sigues pasando, y viniendo, a nuestras vidas.
Así que mantenme los ojos abiertos, los oídos atentos,
y el corazón sediento.
De ti, de tu evangelio, de la buena noticia…
FELIZ DIA TODOS