Los pastores, y los magos,
y quizás algún que otro caminante despistado.
Los que se echaron al camino, o estaban fuera, y por eso mismo fueron capaces de reconocer a uno de los suyos.
Los que no tenían nada que perder, y mucho que esperar.
Los que supieron escuchar.
Los que dejaron que el amor les guiara.
Los que creyeron en las promesas.
Señor, lo curioso es que, aún hoy, en navidad, uno escucha muchos anuncios, homilías, palabras que hablan de Ti y de tu buena noticia.
Se canta. Se reza. Se repite.
Pero a veces no cala.
Así que esta navidad te pido estar atento a esos anuncios.
Aprender a escucharlos como por vez primera.
Descubrir su hondura, y su sentido.
Te pido que me enciendas los ojos, que me abras las manos, y que me enseñes el camino para llegar al portal donde tú me esperas, acostado en el pesebre.
FELIZ DÍA A TODOS