Enséñame, Señor, a aprender de lo vivido.
A que la vida no pase por mí sin dejar huella.
A que los nombres vayan quedando asociados a memorias fecundas.
Enséñame a aprender de los aciertos y los errores.
De lo que en los últimos tiempos me ha ayudado a crecer
y lo que me ha impedido avanzar.
Enséñame a admitir los fracasos que hayan podido llegar
y a celebrar las victorias sin perder la humanidad.
Dame, Señor,
una memoria capaz de evocar,
agradecer y pedir perdón por lo que haya podido ser injusto…
Cogeme de la mano, a mí también,
y hazme escuchar esas divinas palabras tuyas…
«a tí te lo digo…levantaté»
FELIZ DÍA A TODOS
de un modo especial a toda la Familia Salesiana