La oración por excelencia.
El Padrenuestro.
Es una oración de petición pero que al mismo tiempo nos compromete.
Nos enseña a pedir lo fundamental. Nada de aprobar el examen o que mañana haga buen tiempo.
Que venga su reino, que se haga su voluntad –y la voluntad de Dios no se refiere sino a que seamos capaces de amar como él nos amó, y de perdonar, y de ser misericordiosos, y de luchar por la justicia…–. Cuando rezamos el padrenuestro nos dirigimos a Dios pero también nos comprometemos con él solemnemente a perdonar y amar como hemos sido perdonados y amados. Así de simple. Así de claro.
Rezar el Padrenuestro nos despierta y hace salir de ese mundo cerrado, consolador e íntimo en que a veces convertimos la oración. Y nos lleva directamente a la calle, a la relación con los hermanos, a trabajar en todo momento por ser testigos de Cristo, el Señor…
FELIZ DÍA A TODOS…