Esa cruz en la que está clavado el Justo que lo da todo.
Esa cruz en la que el liberador va a desclavar a todas las víctimas inocentes.
Esa cruz de fidelidad y compromiso, de promesa y cumplimiento,
de un amor incondicional y eterno que se derrama sobre cada ser humano.
Cada quién la contemplamos desde nuestras propias inquietudes.
Y te descubrimos como modelo o como alivio, y sentimos que nos marcas un camino vital, o que nos miras con misericordia infinita.
Te miramos, y de nuestros labios brota una plegaria de perdón, una acción de gracias inaudible, un grito de aliento, una sacudida de dolor o el silencio perplejo de quien se ve desbordado.