Lo malo es cuando uno se vuelve un agonías,
un quejica, siempre dolido por lo que te falta,
por lo que no te gusta o por lo que no has alcanzado.
Si se vive lo no conseguido como frustración o como fuente de auto-compasión.
Si te pasas el día lamiéndote las heridas, o despotricando contra el mundo…
En ese caso deberías pensar si esas quejas son legítimas, o si estás convirtiendo en drama algo que es parte de la vida más cotidiana.
Si no estás cargando tantos las tintas sobre lo que te falta a ti que olvidas a quienes tendrían otros motivos mucho más profundos y reales para el lamento.
Es verdad que hay algo subjetivo en cómo vivimos las cosas.
Pero también es verdad que conviene verse en la perspectiva de este mundo común, de la gran familia que estamos llamados a ser.
¿Qué quejas te frenan?
¿Qué nostalgias, problemas o carencias se te vuelven prisión excesiva?
FELIZ DÍA A TODOS…