Por José Francisco Serrano
El obispo de Orense, monseñor José Leonardo Lemos Montanet,
acaba de publicar una extensa, e intensa, carta pastoral que bien pudiera definirse,
por eso de que hay que adjetivarlo casi todo, como programática.
Se titula “Ourense en misión” y viene a ser un eco de las prioridades del pontificado del Papa Francisco, en particular de la “Evangelii gaudium”.
Comienza el texto con la narración de un sueño, que son muchos sueños. El sueño de una misión basada en una comunión dinámica y abierta. El sueño auténtico del Papa Francisco: “escuchar la voz de los necesitados porque ellos son una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica”.
La pregunta es quiénes son los pobres. Aclara monseñor Lemos, “no solo los que extienden su mano rogándonos una limosna; ni los que se acercan todos los días al comedor de Cáritas, ni aquellos que llaman a nuestras puertas reclamando ayuda; sino también, aquellos que solicitan de nosotros una ayuda peculiar porque pasan de cincuenta años y ya han desesperado en la búsqueda de un trabajo; la mujer abandonada o agredida moral o físicamente; los niños que sufren las consecuencias de la veleidad del corazón humano; los ancianos que no tienen quien se preocupe de ellos; las parroquias abandonadas en donde solo queda un pequeño grupo de personas mayores en cuyo horizonte de esperanza solo la Iglesia puede ofrecerles garantías, etc”.
Quizá por la naturaleza orgánica del texto se abordan muchos aspectos, se priorizan determinados objetivos, se apuntan sensibilidades, y se dirigen palabras de esperanza a diversas realidades. Parte del supuetso de la necesidad de romper la inercia pastorla, para después dedicarse a reflexionar sobre la familia, la parroquia, los sacerdotes, la vida consagrada, los laicos, las vocaciones, la piedad popular y una referencia última a la caridad en la vida de la Iglesia.
Como señala el obispo de Orense, “en los Ejercicios Espirituales que he realizado en el pasado mes de enero, acompañado de mis hermanos los obispos españoles, en una de las meditaciones se nos decía que, con frecuencia, en la vida pastoral era recomendable pedir una gracia para aquellos que nos son confiados y para nosotros mismos. En la oración prolongada ante el Santísimo Sacramento volví a ese pensamiento y, sin dudarlo pedí, insistentemente, la gracia de la santidad personal para todos los hijos e hijas de esta Iglesia de Ourense y para su Obispo”.