Venimos un día más, Santa María, para darte cuenta de las pequeñas conquistas de esta jornada.
Lo simbolizamos con esta “flor capuchina” que hoy florece a tus pies.
Quisiéramos, Virgen y Madre, ser como esta planta: nunca se cansa de florecer y en abundancia.
Ayúdanos a no cansarnos de dar lo mejor de nosotros mismos.
A convertir en un auténtico vergel de vida los lugares y las situaciones donde nos toca vivir y actuar.
Te pedimos que, nuestra existencia cristiana,
se alimente de la misma fortaleza que caracteriza a esta flor:
a pesar del pleno sol nunca muere.
Que no puedan más los inconvenientes, que salen a nuestro paso, que la vida del Espíritu que llevamos dentro.
Pidamos por María: NO CANSARNOS NUNCA DE HACER EL BIEN
“El amor y el bien es una red con la que se pueden capturar muchas almas” (M. Teresa de Calcuta)