Santuario Nuestra Señora de los Milagros

CON FLORES A MARÍA…

La azucena y la gran familia de los liriosazucena

  1. La azucena, cardinal y jefe de todos los lirios, es una cabeza enterrada: produce una varita recta; saca su capullo y, al reventar, llena el jardín de una fragancia muy delicada y exquisita. Con ella forman familia varias especies de lirios de diferentes colores y perfumes.
  2. La justicia
  3. Esta excelente virtud cardinal es figurada por todas las especies de flores que tienen cabeza, o puño y vara. Dar a cada uno lo que es debido, esto es justicia. Tiene por compañeras la religión, la oración, la piedad, la observancia, la obediencia, la gratitud, la veracidad, la liberalidad , y como partes esenciales, la justicia conmutativa y distributiva .

La Virgen María, desde su concepción inmaculada, en cumplimiento de sus altos destinos, se propuso en su ánimo la salvación del género humano. Para pagar las deudas contraídas por la culpa con la justicia de Dios, este tribunal recto le pidió una prenda de valor infinito: la buscó, la encontró, la presentó, y fue aceptada: la víctima fue inmolada sobre la cruz, y con el cuerpo y sangre de su amado Hijo, pagó por nosotros todas nuestras deudas, y la Justicia divina quedó cumplida. Tuvo, por este heroísmo de amor, la justicia en el alto grado de perfección que requería y reclamaba nuestra salvación.

La azucena a la Virgen María: ¿Debes algo? ¿debes a Dios? ¿qué le debes?  amor, respeto, obediencia, gratitud y conversión de tus culpas… ¿Quieres pagar lo que debes a Dios? Haz un propósito firme… ¡ya! no lo dejes para mañana…  Dale amor al Señor y, ahora, preséntale por manos de María, nuestra Señora de Los Milagros, tus resoluciones y propósitos y le dirás:

Oración: Señora y Madre mía: Yo te ofrezco y te presento hoy la azucena y varias especies de lirios como emblema de la justicia y sus compañeras. Yo, postrado ante tu trono, te prometo y me obligo a tener mucho más presente en los pequeños y grandes actos de cada día, al Dios que me quiere y me ama. Y a Tí, Madre de Misericordia, quiero entregarme con amor, culto y gratitud. Acepta mi ofrenda; recibe, Señora, esta mi flor como signo de mi rectitud y de la justicia. Amen.