A las 7 de la mañana llegan al Santuario los primeros peregrinos caminando con pie firme entre la niebla y con la alegría de llegar a la casa de la Madre y acompañándola celebrar la Eucaristía de 7:30h. Una hora más tarde, recibía el Rector del Santuario, como es costumbre a los peregrinos de las parroquias de Maceda, Niñodaguia, Foncuberta y Piuca con el Rosario de Aurora.
En el día de hoy reflexionamos en como el Espíritu Santo de Dios habita en nosotros desde el día de nuestro Bautismo, y al mismo tiempo aunque lo invocamos, es el gran desconocido. María es obra del Espíritu Santo. Su vida no se entiende sin la acción del Espíritu. Podemos leer los frutos y los dones preciosos del Espíritu en la vida de la Santísima Virgen; pero el don más precioso, supremo don, es Cristo mismo formado en sus entrañas, que la cubre con su sombra y la llena de la verdadera luz de las luces. Jesucristo viene a nosotros en cada Eucaristía, por la invocación que el sacerdote hace al Espíritu Santo. Santa María nos invita a confiarnos en la fuerza poderosa de este don de Dios para que seamos testigos convincentes de Jesucristo en medio de nuestra historia.
Pedimos hoy, como intención especial por los jóvenes, para que se abran al Espíritu Santo y colmen su sed de Dios al que buscan aún sin saberlo, y la Iglesia se vea renovada por un nuevo amanecer de jóvenes profundamente modernos y profundamente cristianos.
Pasó una mañana, pasó una tarde el día tercero.