El “vía crucis” del viernes es ahora el “vía lucis”. Y nuestra vida está llamada a llevar luz allí donde encontramos una cruz, personal o colectiva.
Esta domingo podemos recorrer con Jesús resucitado los lugares de su pasión y muerte y lo mismo que las mujeres, aquellas que permanecieron con él al pie de la cruz, escucharon del ángel “Mirad el sitio donde lo pusieron…no está aquí”, escuchamos a Jesús decir en cada uno de esos lugares: “Aquí en Getsemaní dije sí al Padre”; “Aquí me dejé atar y detener por tus pecados”, “Aquí me coronaron rey con espinas”, “Aquí extendí mis manos para ser crucificado por amor a ti”. Reconozcamos al crucificado en el Resucitado dándole gracias por todo lo que hizo, hace y hará por nosotros.
Cuando termine nuestra celebración tratemos de convertir lo cotidiano y sus espacios, en un “vía lucis”. Saliendo como pueblo de Dios a recorrer los lugares donde podamos recrear la alegría pascual, el amor fraterno, las bienaventuranzas y el martirio: donde los pobres sean atendidos, los tristes y enfermos visitados y confortados; donde se construya resistencia y creatividad frente a las crisis. Vamos con la Iglesia llevando el cielo a la tierra de los vivos.
¿Quién quiere seguir a María Magdalena predicando la buena noticia de que Jesús vive y que “lo hemos visto”? ¿Quién será Tomás, invitado a tocar las heridas del Resucitado y reconocerlas en tantos hermanos heridos de hoy? ¿Imitaremos en el camino de la vida cotidiana a Pedro y Juan tras ver y creer?, ¿o a los dos discípulos de Emaús, con el corazón ardiente y la fe recuperada, sabiendo que Cristo nos espera partiendo el pan de la eucaristía en cualquier iglesia o parroquia? Cuando pasemos cerca del cementerio ¿haremos como las mujeres que fueron al sepulcro con perfumes, capaces de ver más allá de una tumba vacía y diremos: “¡Está vivo!” ¡están vivos con El!?
Aparentemente nada ha cambiado, pero todo es nuevo, todo está lleno de una energía vital de la fuerza deificante del Resucitado. Seguimos al Maestro y cargaremos las cruces de cada día, pero con la certeza de que El está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, en Pascua, su amor encendido nos mantiene en ascuas. Que el tiempo y la rutina no apeguen ese fuego.
HA RESUCITADO… ALELUYA… ALELUYA
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN