La alegría es comprensible y obligada; está ya mas cerca el acontecimiento que esperamos y que preparamos: La Navidad, el nacimiento de Jesús. Y es lo que va a dar sentido a nuestra fiesta y nuestra elegría.
Aunque nuestra sociedad se empeñe en retirar los Crucifijos de los luegares públicos; aunque en los motivos de adorno navideños no aparezca el niño Jesús, ni referencia alguna a ello, aunque les de por llamar «las fiestas de invierno» en nuestra España con tanta tradición cristiana, nosotros exultaremos con el Señor, que es el motivo y el centro de nuestra espera y de nuestra celebración.
Las lecturas de la Liturgia invitan a esa esperanza activa y alegre. Incluso, a pesar de que nos suenen a «música celestial» las ideas de la Lectura de Isaías, con la transformación de las cosas a la llegada del Mesías. Pero si abrimos nuestra tienda al Señor, todo eso es posible y más.
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También esperamos la recuperación del P. Pedro Pascual que lleva toda la semana hospitalizado con probelmas de venas y de corazón.