Rvdo. P. Arturo Conde Araujo (+7 febrero 2017)
En una carta del 11 de julio de 1656, San Vicente de Paúl escribe a un misionero para comunicarle la muerte del P. Mousnier en Madagascar, y, entre otras cosas, le dice: “Los deberes que tenemos con nuestros difuntos me obliga a comunicarle el dolor que sentimos por su pérdida, para que ofrezca por su alma el socorro de sus plegarias, aunque tenemos motivos para creer que no las necesita. Murió por un exceso de celo y de austeridad de vida, lo cual, junto con las virtudes que practicó durante toda su vida, nos hace pensar que está ya gozando de la gloria con que Dios corona a sus siervos, especialmente a los obreros evangélicos que mueren con las armas en la mano, como él”.
Con esa misma actitud de fe y de esperanza, recordamos hoy al Padre Arturo que, inesperadamente, acaba de ser llamado a la presencia del Señor. Le tenemos muy presente en lo más entrañable de nuestro corazón. Y, sobre todo, oramos por él, poniéndolo en la manos amorosas y misericordiosas de nuestro Padre el Dios de la vida por medio de su Madre la Virgen de Los Milagros.
En este día reafirmamos nuestra fe en la resurrección y escuchamos las palabras de ánimo y de consuelo que Jesús nos dice en el Evangelio de Juan: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros”.
En cuanto sepamos el día y la hora del funeral y entierro os lo comunicaremos. DESCANSA EN PAZ, PADRE ARTURO