¡Señor, hoy clamo con todas mis fuerzas:
que la noche oscura del Sábado Santo no sea para mí más que un momento pasajero!
¡Dios silencioso y amoroso, envía un rayo de luz que ilumine mi alma y caliente mi corazón de piedra para que arda de amor, de esperanza, de caridad, de generosidad, de entrega absoluta! ¡Señor, has descendido a los infiernos, y estás solo por culpa de mi abandono; no se oye ninguna voz ni ningún quejido; Tu que eres el amor de los amores hoy te tiendo mi temblorosa mano para que la cojas y caminemos juntos!
¡Y en lo más profundo de mi soledad, Señor, que aprenda de Ti como amar y ser amado!
¡Transfórmame, Señor!
¡Renuévame, Señor! ¡Guíame, Señor!
¡Concédeme, Señor, una fe sencilla que no se turbe cuando me llames en los momentos de tribulación, soledad, abandono, sufrimiento y lucha!
¡Hazme, Señor, un hombre pascual en el silencio de este Sábado Santo!
¡María, Madre del silencio amoroso, me acojo a Ti para que vayamos juntos en el camino de la vida!