Santuario Nuestra Señora de los Milagros

ES DOMINGO…

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Domingo VII Ascensión del Señor

Evangelio según Marcos 16, 15-20 En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

Palabra del Señor

Reflexión. La liturgia del día relata dos veces estos episodios: Primero en boca de Lucas, al inicio de los Hechos, y después Marcos al final de su evangelio. La Ascensión no es en realidad algo distinto de la resurrección, sino que viene a significar el final de una etapa de experiencias especiales del Señor resucitado, que han disfrutado creyentes y no creyentes. Podríamos decir que es el “punto de llegada” de la misión de Jesús (Evangelio) y el “punto de partida” de la misión de la Iglesia (Hechos)

Tras la Ascensión cambió la mentalidad y vida de los apóstoles. Contemplaron que la lucha y la cruz conducen a la plenitud de la vida, al triunfo de Jesús sobre la muerte. Nos hace mirar el futuro con libertad y confianza para estar en el mundo al modo de Jesús; será un cambio desde dentro de nosotros mismos, con un compromiso personal y colectivo, que se basa en algo tan sencillo como pasar por la vida haciendo el bien, por amor.

Dicho esto no nos debe extrañar que el relato de Marcos, con la sencillez que le caracteriza, vincule la ascensión a una aparición del Resucitado de la cual se desprende la misión: id al mundo entero y proclamad el Evangelio. La misión, que como en el caso del evangelio de Juan, ocurre en una aparición, tiene como finalidad la continuación de la obra de Jesús: reconciliar, unir, restablecer la comunión entre todos mediante la invitación a acoger el Evangelio. La fe es la respuesta que se verá confirmada por medio de las señales que realizan.

La descripción de las obras que llevarán a cabo, deberán estar relacionadas con la actividad realizada por el mismo Jesús, con lo que se resalta que la actividad del discípulo no es separable de la de Jesús. No sólo hay sintonía, sino que son las mismas obras. Y cuando esto ocurre se verán confirmadas con signos. No son sólo palabras, sino una vida que refleja la del mismo Jesús.

La presencia temporal de Jesús con sus discípulos concluyó con su muerte. Ahora resucitado está presente de un modo nuevo que tendrá que ser descubierto por cada discípulo y a partir de ahí, asumir responsablemente la misión de comunicar con alegría que es verdad que el Señor ha resucitado y hace posible la comunión entre los hermanos y el crecimiento hasta la plenitud de la vida que se manifestará al final de nuestra existencia temporal.

¡Cristo ha resucitado, Aleluya!

Dios te bendice