Se ve que el niño de Belén, al que hace poco celebrábamos entre villancicos y fiestas, ya ha crecido y tiene algo que decirnos.
No es un juguete sonrosado con el que podamos hacer lo que queramos. Nos habla como a personas adultas, nos invita a cambiar de vida, a convertirnos.
Para acoger el Reino de Dios que está cerca. Porque el tiempo se ha cumplido. Ya no es tiempo de excusas.
Dios está aquí y nos llama.
FELIZ DÍA A TODOS