A veces también se puede caer en la ceguera respecto a las presencias más habituales.
Uno da por sentado a la familia, a muchos amigos,
a gente cuya vida se cruza con la tuya sin tener que dejar una huella definitiva….
Y parece que si sus nombres no van a quedar grabados a fuego en el corazón
uno deja de darse cuenta de lo mucho que importan.
Y uno deja de comprender cómo se teje la vida en conversaciones sencillas,
en colaboraciones puntuales, en afectos tranquilos.
Y uno, también (tú también querido lector)
recibe esa invitación del Señor: «Sígueme… te haré pescador de hombres».
Porque esta llamada está perennemente actuante…
nos llama… quiere contar conmigo… quiere contar con todos…
Ayúdame, Señor, a buscarte en las gentes de mi vida.
FELIZ DOMINGO…
DÍA DEL SEÑOR Y DE LA FAMILIA CRISTIANA