SEÑOR… Cuando llegas todo cambia.
Llenas los vacíos. Tranquilizas al espíritu inquieto.
Nos levantas si es que andamos caídos, y quizás nos bajas los humos cuando vivimos de espaldas a Ti como si fuéramos dioses.
De golpe una palabra, o una parábola, o una imagen, se convierte en grito vivo para nosotros.
No siempre es fácil hacerte sitio, y lo sabes, en medio de nuestras vidas superpobladas.
Hay que quitarse muchas capas para acabar desnudos ante Ti, para que tu Verdad ponga un poco de sentido en nuestras seguridades y para que tu evangelio nos mueve hacia el prójimo.
No es fácil. Pero las veces que ocurre, todo parece mejor. Así que… NO VAMOS A DESISTIR, SEÑOR…