Hoy celebramos a San Francisco de Asís, con especial protagonismo teniendo como trasfondo la Encíclica del Santo Padre Francisco «Laudato sí». En la primera lectura de la liturgia del día, Domingo XXVII ciclo -B-, sentimos que el hombre está llamado a respetar todo aquello que Dios puso en sus manos y no precisamente a destruirlo sino para identificarse con ello de tal forma «que le pone un nombre». El Papa Francisco ya le ha dado uno: «el mayor peligro para el medio ambiente es el propio hombre».
San Francisco de Asís peregrinó a Santiago de Compostela y allí tuvo la revelación de la fundación de conventos… Su huella permanece en el camino.
«En los comienzos de la fundación de la Orden, cuando aún eran pocos los hermanos y no habían sido establecidos los conventos, San Francisco fue, por devoción, a Santiago de Galicia, llevando consigo algunos hermanos; entre ellos, al hermano Bernardo. Yendo así juntos por el camino, encontraron en un país a un pobre enfermo; San Francisco, compadecido, dijo al hermano Bernardo:– Hijo mío, quiero que te quedes aquí a servir a este enfermo. El hermano Bernardo, arrodillándose humildemente e inclinando la cabeza, recibió la obediencia del Padre santo y se quedó en aquel lugar, mientras San Francisco siguió con los demás compañeros para Santiago. Llegados allí, se hallaban durante la noche en oración en la iglesia de Santiago, cuando le fue revelado por Dios a San Francisco que tenía que fundar muchos conventos por el mundo, ya que su Orden se había de extender y crecer con una gran muchedumbre de hermanos. Esta revelación movió a San Francisco a fundar conventos en aquellas tierras. Y, volviendo San Francisco por el mismo camino, encontró al hermano Bernardo, y con él al enfermo, con el que lo había dejado, perfectamente curado. Por lo cual, San Francisco, al año siguiente, dio permiso al hermano Bernardo para ir a Santiago.» (Florecillas IV)
FELICIDADES A TODOS LOS QUE CELEBRÍAS VUESTRA ONOMÁSTICA
Y DE UNA FORMA ESPECIAL A TODOS LOS QUE SEGUÍS A FRANCISCO DESDE LA ENTREGA Y CONSAGRACIÓN DE VUESTRAS VIDAS…